domingo, 25 de enero de 2015

lunes, 19 de enero de 2015

"Los cinco grandes arrepentimientos que tienen las personas antes de morir"

 
Nuestra protagonista escribió un blog llamado  Inspiration and Chai, donde contaba sus experiencias con estas personas, el cual tuvo tanto éxito que le animó a escribir un libro llamado “The Top Five Regrets of the Dying”.
 
Lo que nos cuenta Bronnie es que en esa fase de su vida, las personas se llenan de una gran claridad mental, que les hace desprender una sabiduría especial, por lo que se decidió a aprender de estas personas, empezando a entablar emotivas e intensas conversaciones con ellos.  “Cuando se les preguntó acerca de los arrepentimientos que tenían o algo que harían de manera diferente”, comenta, “surgieron coincidencias y temas comunes una y otra vez”.
 
Los 5 principales arrepentimientos que tuvieron estas personas en sus últimas horas antes de morir fueron los siguientes:
 
1. Desearía haber tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí mismo, no la vida que los demás esperaban.
 
Este punto era el más generalizado entre todos. La visión de los sueños no cumplidos era algo que les venía a la cabeza repetidamente. “Cuando las personas se dan cuenta de que su vida está a punto de terminar y miran hacia atrás, es fácil ver cuántos sueños no se alcanzaron. La inmensa mayoría de la gente no había cumplido ni la mitad de sus sueños y tenían que morir sabiendo que era debido a las elecciones que habían tomado o no. La salud trae una libertad  de la que muy pocos se dan cuenta, hasta que esta desaparece”.
 
2. Desearía no haber trabajado tanto.
 
Normalmente este pensamiento venía de los pacientes masculinos, los cuales perdieron la niñez de sus hijos y la compañía de su pareja. Las mujeres también hablaron de este tema, pero como la mayoría era de una generación anterior a la actual, muchas de estas mujeres no habían sido el sostén familiar y habían dispuesto de más tiempo con sus seres queridos.
 
3. Desearía haber tenido el valor para expresar mis sentimientos.
 
Muchas personas reprimieron expresar sus sentimientos con el fin de mantener relaciones armoniosas y de esta forma se conformaron con una vida mediocre y nunca llegaron a convertirse en lo que eran realmente capaces de llegar a ser. Esto les provocó prácticamente a todos enfermedades psicosomáticas relacionadas con la amargura y el resentimiento.
 
4. Desearía haber mantenido más contacto con mis amigos.
 
Todo el mundo extraña a sus amigos cuando están muriendo. Muchos estaban tan inmersos en sus propias vidas que habían desatendido grandes  amistades a través de los años y era en esos momentos cuando intentaban localizarlos para disfrutar de ellos y despedirse.
 
5. Desearía haberme permitido ser más feliz.
 
Este último punto también estaba muy generalizado entre todos los  pacientes. Es en el final de sus días cuando muchos de ellos se dan cuenta que la felicidad es una elección. Permanecer en sus zonas de confort les estancó en en viejos patrones y hábitos tanto familiares, emocionales como físicos. El miedo al cambio les hizo engañarse a si mismos y fingir ante los demás que estaban contentos con su vida cuando en su ser más profundo anhelaban que las risas y las tonterías volvieran a sus vidas de nuevo”.
 
Sinceramente, creo que estas lineas de hoy pueden marcar un antes y un después en el discurrir de nuestra existencia…
 
Estamos a tiempo de elegir nuestro camino, nunca es tarde para ser feliz, para para tener lo que nos merecemos… ¿No crees?
 
Para finalizar me encantaría que contestases a estas 2 preguntas:
 
¿De qué te arrepientes hasta la fecha?
 
¿Qué vas a hacer para cambiarlo de aquí a qué abandones este mundo? 

 
Fuente de información:
 

                                        "LA FACTORÍA DEL ÉXITO"
 

miércoles, 14 de enero de 2015

"El corazón tiene cerebro"


 

Annie Marquier, matemática e investigadora de la conciencia
 
Tras estudiar Matemáticas y la carrera de piano y órgano fue profesora en La Sorbona. Luego se instaló en India y participó en la creación de la comunidad de Auroville con Sri Aurobindo y Krishnamurti. Y poco después fundó en Quebec el Instituto para el Desarrollo de la Persona. Es autora de El poder de elegir, La libertad de ser y El maestro del corazón (Luciérnaga). Lleva muchos años investigando la intersección entre la ciencia y la conciencia y sus planteamientos son siempre rigurosos y están documentados. El próximo sábado expondrá en las jornadas sobre La Evolución de la Conciencia (CosmoCaixa) los descubrimientos sobre el cerebro del corazón y sus implicaciones.

 


Se ha descubierto que el corazón contiene un sistema nervioso independiente y bien desarrollado con más de 40.000 neuronas y una compleja y tupida red de neurotransmisores, proteínas y células de apoyo. Gracias a esos circuitos tan elaborados, parece que el corazón puede tomar decisiones y pasar a la acción independientemente del cerebro; y que puede aprender, recordar e incluso percibir. Existen cuatro tipos de conexiones que parten del corazón y van hacia el cerebro de la cabeza.

Primera...
 
La comunicación neurológica mediante la transmisión de impulsos nerviosos. El corazón envía más información al cerebro de la que recibe, es el único órgano del cuerpo con esa propiedad, y puede inhibir o activar determinadas partes del cerebro según las circunstancias. Por lo tanto, el corazón puede influir en nuestra percepción de la realidad y consecuentemente, en nuestras reacciones.

Segunda conexión...
 
La información bioquímica mediante hormonas y neurotransmisores. Es el corazón el que produce la hormona ANF, la que asegura el equilibrio general del cuerpo: la homeostasis. Uno de sus efectos es inhibir la producción de la hormona del estrés y producir y liberar oxitocina, la que se conoce como hormona del amor.

Tercera...
 
La comunicación biofísica mediante ondas de presión. Parece ser que a través del ritmo cardiaco y sus variaciones el corazón envía mensajes al cerebro y al resto del cuerpo.

Cuarta...
 
La comunicación energética: el campo electromagnético del corazón es el más potente de todos los órganos del cuerpo, 5.000 veces más intenso que el del cerebro. Y se ha observado que cambia en función del estado emocional. Cuando tenemos miedo, frustración o estrés se vuelve caótico. Sin embargo, si  se ordena con las emociones positivas, sabemos que el campo magnético del corazón se extiende alrededor del cuerpo entre dos y cuatro metros, es decir, que todos los que nos rodean reciben la información energética contenida en nuestro corazón.

Conclusiones de estos descubrimientos:
 
Hay dos clases de variación de la frecuencia cardiaca: una es armoniosa, de ondas amplias y regulares, y toma esa forma cuando la persona tiene emociones y pensamientos positivos, elevados y generosos. La otra es desordenada, con ondas incoherentes.

Aparece con las emociones negativas...
 
...Con el miedo, la ira o la desconfianza. Pero hay más: las ondas cerebrales se sincronizan con estas variaciones del ritmo cardiaco; es decir, que el corazón arrastra a la cabeza. La conclusión es que el amor del corazón no es una emoción, es un estado de conciencia inteligente...
 
El cerebro del corazón activa en el cerebro de la cabeza centros superiores de percepción completamente nuevos que interpretan la realidad sin apoyarse en experiencias pasadas. Este nuevo circuito no pasa por las viejas memorias, su conocimiento es inmediato, instantáneo, y por ello, tiene una percepción exacta de la realidad.
 
Está demostrado que cuando el ser humano utiliza el cerebro del corazón crea un estado de coherencia biológico, todo se armoniza y funciona correctamente, es una inteligencia superior que se activa a través de las emociones positivas. Es un potencial no activado, pero empieza a estar accesible para un gran número de personas.

Y para activar ese circuito...
 
Cultivando las cualidades del corazón: la apertura hacia el prójimo, el escuchar, la paciencia, la cooperación, la aceptación de las diferencias, el coraje...
 
Es la práctica de pensamientos y emociones positivas. En esencia, liberarse del espíritu de separación y de los tres mecanismos primarios: el miedo, el deseo y el ansia de dominio, mecanismos que están anclados profundamente en el ser humano porque nos han servido para sobrevivir millones de años.

Nos libramos de ellos tomando la posición de testigos, observando nuestros pensamientos y emociones sin juzgarlos, y escogiendo las emociones que nos pueden hacer sentir bien. Debemos aprender a confiar en la intuición y reconocer que el verdadero origen de nuestras reacciones emocionales no está en lo que ocurre en el exterior, sino en nuestro interior. Así, cultive el silencio, contacte con la naturaleza, viva periodos de soledad, medite, contemple, cuide su entorno vibratorio, trabaje en grupo, viva con sencillez. Y pregunte a su corazón cuando no sepa qué hacer.
 
Annie Marquier, matemática e investigadora de la conciencia
 
 
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Fuente de información: Adaptación de "La vanguardia.com"