Si observamos el sol desde
la tierra, nos damos cuenta de la ley básica y fundamental, de la cual nosotros
los seres humanos podemos aprender, y que es la que más nos ayuda en la vida a
movernos correctamente. El sol con su luz da vida a la tierra. El sol está en
una posición fija, y así tiene que ser, de otro modo la tierra y los demás
planetas de nuestro sistema solar no seguirían en su continua y armoniosa
órbita. Habría caos, trastorno y grandes pérdidas. Por otro lado la tierra se
está moviendo constantemente en ciclos repetitivos, alrededor del sol. El
movimiento permite el cambio y una expresión que tiene un principio, medio y
final. En otras palabras, el fenómeno del tiempo se crea a través del
equilibrio de la tierra y los armoniosos ritmos cíclicos. Ambos son necesarios
para la vida. La tierra tiene todo el potencial para la vida, pero sin la luz de
la fuente fija no habría vida. De la misma forma, el sol tiene el poder de dar
vida, pero si la tierra moviéndose no sostuviera el potencial, incluso habiendo
luz no habría manifestación de la vida. En ciertas situaciones y momentos
necesitamos tener enfoque, concentración de pensamientos, voluntad y
entendimiento. Los tres necesitan estar juntos, centrados en un punto, si
queremos llegar a la profundidad y experimentar novedad. Sin embargo, si nos
enfocamos demasiado, entonces gradualmente surge rigidez y presión. Esto lleva
a un desequilibrio que nos hace perder creatividad y apertura para una nueva
visión. Lo que podemos observar es que “estar centrado” necesita en ciertos
momentos el fluir en nuestra vida de forma natural, apropiada y sistemática.
Estando enfocados
encontramos la visión, la inspiración, el entendimiento, y al fluir encontramos
la expresión, la experimentación, la experiencia. Así como un enfoque excesivo
se convierte en algo negativo, el fluir en exceso puede llevarnos a que nos
perdamos en una inundación de exceso de pensamientos y de hablar y hacer
demasiado, y no hay dirección que guíe la expresión, entonces las cosas se
hacen frágiles. En tales momentos necesitamos darnos cuenta de que es el
momento de enfocarnos, de ir hacia nuestro interior y permanecer silenciosos. De
acuerdo a la necesidad, los seres humanos necesitan moverse entre el enfocarse
y fluir, y sólo el propio discernimiento
de la persona le dirá cuando y cómo hacer esto. Todo tiene su momento.
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